27 January 2007
JaJa los Lugares Comunes
23 January 2007
On Hume's "Of the Standard of Taste"
20 January 2007
Dormido
Nos arrestaron por algún desacato al orden. No íbamos esposados. En ese mundo había códigos de honor y la tranza era muy mal vista. Así que Armando y yo sólo caminábamos hacia el centro de justicia que quedaba al otro lado del puente, en lo que un día fue la entrada a Estados Unidos, bajo la mera vigilancia de dos policías. Pero justo a la mitad del puente, cuando ya parecía que Armando y yo asimilábamos nuestro castigo, aparecieron Ramón y su novio y la novia de su novio. Ramón abrazaba a su novio desde atrás y caminaban con mucha sincronía para no pisarse en ese momento. Se reían y se comentaban cosas al oído. La chica a veces brincaba a su alrededor y reía más sonoramente que ellos. Cuando dejé de verlos para voltear a ver por dónde iba, choqué con un hombro de Armando. Estaba congelado frente a un gran estandarte de la virgen de Guadalupe. Tras él se venían aglutinando cientos o miles de personas, todas cantando, orando, y pidiendo algo al cielo. Ramón, su novio y la novia de su novio siguieron de largo. Cuando Ramón pasó junto a mí dijo simplemente, “ámonos, güey”, mientras él seguía de largo. Yo lo seguí y jalé a Armando que pronto se dio cuenta de que nos íbamos. Volteé y vi a los policías boquiabiertos y asombrados por la demostración de toda esa gente. Nosotros bajamos el puente, cruzamos sin ningún apuro y bajo ninguna sospecha y nos fuimos a una oficina que Ramón y su novio y a la novia de su novio tenían en la esquina de Segunda y Ochoa. Ramón se sentó y, mientras rolaba un carrujito, nos dijo, “ustedes no saben leer”. Armando se indignó. Yo quise contestar algo. Pero ahí se acabó este sueño.
18 January 2007
El Viejo y el Alumno
"La razón descansa en los brazos de la pasión", repitió en voz baja esa frase justo cuando le vino a la mente. Y le vino a la mente justo cuando el viejo al otro lado del salón abrió la boca. Le pareció estúpida, como siempre. Pero no pudo pensar en otra cosa mientras escuchaba al viejo hablar de la "sublimación del alma" a través de "las manifestaciones del arte".
"¿El alma? ¿Qué es el alma y para qué chingados sirve? ¿Sublimarla?" Él quería decir algo pero sólo pensaba en que "la razón descansa en los brazos de la pasión." Cada que quería juntar, no ideas, sino apenas palabras para mandar al viejo a la chingada, le venía esa frase a la mente. Y al parecer el maestro esperaba a que dijera algo, como si él mismo supiera que lo que el viejo decía fuera un completo disparate. Sin embargo el alumno quería evitarse el bochorno de decir "La razón descansa en los brazos de la pasión" en voz alta porque estaba más que seguro de que era una completa tonetería. La mera idea le daba asco.
"El motivo de todo arte", continuó el viejo, "es el de hacer que el alma trascienda; llevarla más allá de los planos intelectuales y mecánicos. Porque la mente es apenas una máquina y más allá de ella está el alma".
"¿O sea que este pendejo está diciendo que quien usa la razón para escribir no es más que un robot?" pensó el alumno. "Pero... la pasión descansa en los brazos de la razón... Ah, qué la chingada!" El alumno se encogió en su asiento. Buscó algo de sentido en esa frase, aunque le era imposible creer que la estuviera cavilando.
Primero pensó en una voz. Era una mujer. Decía su nombre. Le pedía que le hiciera el amor. "La razón descansa en los brazos de la pasión, querido". Era ridícula e insaciable. Lo llamaba por las noches cuando él ya estaba dormido. "¿Acaso le desperté?" preguntaba. "No, no; te estaba esperando", decía lleno de sarcasmo y enfado, pero ella al parecer lo tomaba como un avance más en ese romance que trabajaba ciegamente todos los días. Y él la aborrecía por todas sus cursilerías y porque desde el principio le dijo, y lo hizo solamente para presentarse como una mujer interesante, de eso él estaba segurísimo, que "la razón descansa en los brazos de la pasión".
Era estúpido. Pero... quizás, pero... Si, era estúpido, pero él había cedido a final de cuentas. Fueron una, dos, quince, muchas veces a lo largo de tres años las que se vieron para tener sexo. A ella le gustaban las rosas y las camas que rechinaban. A él le hacía falta alguien con quien acostarse. "La razón andaba muy solitaria", se dijo. "Estamos hablando de un medio por el cual nuestra alma trasciende, va más allá de los planos terrenos... mundanos... para entregarnos a esa luz cósmica que nos sublima como la única especie capaz de llegar a ese estado. Porque cualquier animal piensa, pero no cualquier animal hace arte..." Fue en el silencio que le siguió a esa declaración cuando el alumno miró al viejo detenidamente, como francotirador que ha fijado ya bien su blanco.
"La razón...", dijo, y el viejo lo miró sorprendido porque hasta ese entonces sólo él había hablado. "La razón no puede someterse a esos dogmas intangibles. ¿Me va a decir usted que uno vive para sublimarse y no para pensar? Hacer eso de la 'trascendecia del alma' es simplemente crear un nicho para clasistas intelectualoides que buscan una supremacía 'divina' originada de esos movimientos románticos que parten de afirmar que todo sentimiento es único y verdadero y que por ende la ciencia y la razón no son capaces de encasillarlos porque se encuentran en un nivel inferior a esta supuesta 'sublimación' a la que usted alude. De lo que usted habla, señor, es de alejarse de toda forma para darle un sentido 'espiritual' al arte cuando, déjeme decirle en caso de que no lo sepa, no hay peor blasfemia que crear santos cuando los que ya tenemos no sirven de nada. El alma podrá ser inmortal, pero eso depende de lo que uno hace aquí por los que estamos aquí y no por hablarle a alguien que definitivamente no está ahí para ninguno de nosotros".
El viejo tomó tranquilamente su sombrero y miró al joven brevemente, como si esa fuera su única respuesta.
"¿Alguien da otra opinión?", preguntó el maestro.
03 January 2007
Salaam
"Can you, then, consider it power at all when a man cannot ensure that someone does not inflict on him what he can inflict on others?"
Boethius.
"FAUSTUS—Come on, Mephastophilis, what shall we do?
MEPHASTOPHILIS— Nay, I know not. We shall be curst with bell, book, and candle."
Christopher Marlowe, Doctor Faustus
No terminaban aún las fiestas de fin de año, cuando el “autónomo sistema de justicia” iraquí le entregaba a George W. Bush un regalito para cerrar el 2006: la pronta ejecución del ex dictador Saddam Hussein un día antes de que culminara el calendario. Las posturas ante este sacrificio son diversas. Hay quienes lo toman como una venganza de los Bush luego de que Hussein se les saliera del guacal a principios de la década de los 90 e invadiera Kuwait, queriéndoles tumbar el negocio del petróleo. Otros, los más ciegos (por no decir estúpidos), ven en la muerte del iraquí el fin de un peligro, la desaparición de uno de los villanos amenazando la libertad y la felicidad, conceptos poco entendibles y que sólo se materializan en productos de consumo para quienes aseguran esto. Para otro sector, el ahorcamiento de Hussein ni siquiera se debió de dar; a final de cuentas las acusaciones, sospechas y la posterior invasión que dio paso a su captura hace poco más de un año, fueron, además de inexistentes, ilegales. El entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, siempre se negó a aprobar las acciones bélicas incitadas por Estados Unidos, quien se acompañó de un grupo de naciones mercenarias que no buscaban la paz y la seguridad mundial sino sacar jugo del “tesoro” subterráneo iraquí. Cabe recordar que los crímenes que se le imputan a Saddam se dieron siempre bajo el visto bueno de la administración estadounidense del nefasto Ronald Reagan. Resulta irrisorio que más de dos décadas después se busque recordar a las víctimas de sus atrocidades, como nos lo pide el recién estrenado, y muy promovido por EE.UU., Secretario General de las Naciones Unidas, el coreano Ban Ki-moon. Con esto, se da un giro total a la posición que la ONU había tenido respecto al conflicto y se vislumbra un apoyo manifiesto del organismo hacia las hostilidades en el medio oriente.
Saddam Hussein pasa así a la historia como el Fausto que lo quería todo y le vende su alma al diablo para obtenerlo. El sábado 30 de enero, mientras Mefistófeles dormía en su rancho de Texas, el cadalso lo recibió para saldar así la cuenta y demostrarnos que el que le apuesta a los malos siempre acaba mal.
Aqui está "El Cuerpo de Julián"