03 October 2006

El Primo del Llanero Solitario

El Primo del Llanero Solitario

El día comenzó ayer antes de que saliera el sol. En la mano tengo un café para inyectarme algo de vida por unas horas y aguantar las clases de en la mañana. No sé por qué puta madre no puedo dormir. Me encabrona ese pedo. Y para chingarla ya voy tarde y el pendejo de adelante está dejando pasar a todo pinche mundo. “¡Ándale, cabrón, que ya voy bien pinche tarde y estos culeros se la pican un chingo revisando, cabrón! ¡No mames!” También toco el claxon del carro. Pienso que fue una gran pendejada traerme el puto carro. Se me hace que ya no llegué. Ya son cuarto para las nueve y todavía no voy ni a la mitad del pinche puente. “¿Adónde chingados vamos todos a esta puta hora? ¡Ya para de mamar y muévete, cabrón!” Chingado. ¿Para qué lo dejé pasar?

El martes tampoco llegué por lo del puto examen antidoping. Hijos de la chingada. Me hicieron ir a mear. Llegas a recursos humanos... ¡Puta madre, recursos humanos, güey! Para estos cabrones nomás eres como una pinche piedra, pura materia prima siempre pendiente al mando del capital. No, no, no, no. Si he sido más pendejo hasta me tomo los meados que me sobraron el día que fui a lo del antidoping.

Cuando llegas, los cabrones te pasan en grupito. Te apuntas y la chingada; al ratillo sale una gordita de una puerta con unos folders en la mano y comienza a llamar nombres y forma un grupito de los que se van acercando. La gordita cuenta a su congregación y nos pide que la sigamos. Tú esperas acá, pues, un privadito al que te pasen y te den acá tu botecito, ¿no? Pero nel. Te llevan hasta una puerta gris. Tienen como tres sillitas pero cuando quieres sentarte ya todas están ocupadas. Ya nomás te quedas ahí, paradito, viendo las paredes color hueso y dándote un pazón de cloro y escuchando alguna plática que sale de algún cuarto que tú no ves por más que haces por girar en todas direcciones y encontrar a esa mujer que dice algo sobre “a test... to clean it...and I was like...” y luego la risa sola de una mujer que estás casi seguro está hablando por teléfono porque no se oye la voz de a quien ella le contesta.

La gordita reaparece metiendo las manos en unos guantes de latex y saca unos vasitos de plástico del tamaño de los vasitos que usan para servir el vino en las recepciones de arte o eventos del consulado. Con la cara quieta llama tu nombre y luego, sin esperarse a que digas algo, te da un frasquito y casi te regaña cuando te pide “que sigas las instrucciones” y pongas tus cosas en una de las cajas de seguridad “que se encuentran a” tu izquierda; que te laves las manos y que le llenes el envase y que no abras la llave del agua ni le jales al baño y que “you only have three minutes”. Tú nomás te le quedas viendo y le preguntas que si tienes que mear enfrente de todos o que si te puedes ir a un rincón porque no los quieres salpicar. Pero la pinche gordita no le ve la gracia a lo que dices y nomás te abre la puerta a un cuarto gris oscuro que tiene una taza y un lavamanos. Sales antes de los tres minutos con el frasco lleno hasta el tope y las manos sin lavar. La gordita se sorprende de tus capacidades de micción y te pide que te laves las manos para que le firmes la muestra que voluntariamente das para que te empleen.

American Citizen, sir”. Ya déjame pasar, hijo de la chingada. Ya son más de las nueve y tú con tus pendejadas de seguridad. Mírate nomás con esa cara de pendejo que te cargas y ya andas creyendo vas a cazar terroristas aquí en la frontera. Si, güey, muy pinches seguros han de estar estos cabrones si tienen a pendejos como tú aquí. “Yes, have a good day, aha”. Cómo se tardó este hijo de la chingada nomás para preguntarme las pendejadas de siempre. Y nomás por eso ya no llegué a la clase. Pinche café, está de la chingada. Lo peor es que luego ni me hace y nomás me la paso meando. Ahorita voy a aterrizar en la biblioteca. Ahí me rolo un rato y ya me despierto para mi clase de 12. “¡Ándele, señora, va a pasar o qué pedo?” ¿Qué tanto chingaos piensa esta ruca que no se apura? “¡Arre pues, señora! Me dijeron que en la biblioteca estaban contratando. El pedo es que a lo mejor no se arma el jale porque tengo un horario bien quebrado. Pinches semáforos, todos me tocan en rojo, los culeros. “No, m’am, I’m just here to pick some stuff at the library and to talk to Dr. Zhivago in the Chicano Studies office. You can call him up. Oh, thank you. Have a good day”.