27 January 2007

JaJa los Lugares Comunes


Me río de mí mismo porque me veo sentado en la barra de algún bar, sobre un banco alto, alto, apoyado en la madera escribiendo, o queriendo escribir, en la libreta que siempre cargo, y con la pluma que nunca olvido, algún verso sagaz e interesante que despierte a las masas adormecidas por el sistema y que traiga a la gente de vuelta a este mundo de los sentimientos que dejamos de lado por lo material y práctico que a la postre siempre resulta en la perdición de todos nosotros y deja un mundo hueco y frío en donde las reglas jamás pueden romperse ni se puede pensar de cualquier chispa de la imaginación, de esas que hacen que los boletos del fútbol y el ansia que se crea en los días que no hay juego, valgan lo que cuestan y aseguren el equilibrio de todas las cosas que habitan con nosotros este planeta. 

Me río porque pido un vino rosado para recordarla en su sabor y aroma cuando ella no sabía de vinos y usaba perfumes que apestaban a azúcar cocinada, olor que se va de mi mente luego que enciendo el cigarrillo para ahogar con su humo el dolor que ni el mismo cantinero pudo apaciguar con sus sabios consejos y ardientes brebajes en esta noche de hostales vacíos llenos de corazones solitarios en busca de esa verdad que nadie más entiende y que a veces abandona y otras veces abona por lo que se va a llevar cuando le toque partir para brillar en otros rostros con la misma crueldad fugaz con que lo hizo ante nostros. Si, de eso me río.

23 January 2007

On Hume's "Of the Standard of Taste"

Hume understands as taste that which characterizes a culture from the others. To him, what “departs widely from our own taste and apprehension” we call it barbaric, and he acknowledges that this feeling reciprocates on the other side as well. Hume argues that this creates two “right” sides clashing because of the generalities guiding them. And this happens not only among societies but also between individuals. To solve this struggle, the critics, philosophers or legislators, create a set of rules or, as he sees them, generalities that only restart the conflict because they try to limit the individual’s sensitivity. Nonetheless, Hume tells us that there’s, deep within, a universal and natural agreement among men that doesn’t really need the assistance of these laws. Strangely enough, Hume rants against Islam and call it a “wild and absurd performance,” when this religion takes from the Judeo-Christian tradition and in essence follows and worships the same Good. His writing keeps on turning more and more romantic when he assures that “all sentiments are right.” From this we can conclude that he’s claiming that the individual is above the mass just because he/she feels and puts reason apart. This common person is capable of grasping the GOOD, which differs in subject but not in meaning: what’s pretty is pretty only to you. Variety in taste is greater in reality than in appearance, he says. Some of us might think the speed limit unfair because we feel like driving 120 mph on the Border Highway. Not that I have done but I’m quite certain that it feels amazing to step on the gas while your engine explodes with every revolution. I meant to say that some like driving fast and other don’t even like driving. But Hume argues that the creators of generalities mean to label things, sentiments, and the relationship between these two. This doesn’t mean that they understand these relationships, but need to explain them somehow. As Dr. J told us, “thunder is angels pillow fighting.” He tries to show his point when he writes that Homer and Fenelon characterize a contrasting version of Ulysses. This seems to be problematic. We could certainly doubt that the latter author wanted just to mimic the classic Greek poet. All this concepts, or generalities, mean nothing to Hume; they’re empty to him because they could mean everything but what every single one of us really feels toward something. That these sentiments are right is explained only, according to Hume, by the different sensations an object provoke on different people. Your significant other may be pretty to you, but your mom thinks he/she’s a stinking good-for-nothing. Could we say that both are right? What if mom finds out just the opposite or you stop admiring his or her prettiness, I mean, loving him-her? He also argues that we cannot trust these laws because only in exceptional cases men concur in certain generalities that follow nature, a sort of random nature. And part of this hit and miss in nature translates in human behavior as the diverse tastes or sentiments. It’s through the experience of these sentiments how we get to The Good. Experience is the foundation of all understanding for Hume, and is the only vehicle to reach the capacity to discern. Analytical processes or putting “works reduced to geometrical truth and exactness, would create insipid and disagreeable.” For him the critic should be free of prejudice. But according to Hume, the critic is that one well-experienced individual capable not only of discerning what’s good from what’s not, but also the one that leaves behind the morals and acts according to its own passion, for that is what is true, claims Hume. In his take against philosophy, Hume says that “none of the rules of composition can be fixed apriori,” meaning that nature is unique and mysterious. His sentimentalism is so big that it takes him to assure that all the youth has warm passions, while older people start to analyze and “philosophize.” Thus we understand that old people are obsolete? That modernity and innovation is at the core of The Good? Just wondering.

20 January 2007

Dormido

Nos arrestaron por algún desacato al orden. No íbamos esposados. En ese mundo había códigos de honor y la tranza era muy mal vista. Así que Armando y yo sólo caminábamos hacia el centro de justicia que quedaba al otro lado del puente, en lo que un día fue la entrada a Estados Unidos, bajo la mera vigilancia de dos policías. Pero justo a la mitad del puente, cuando ya parecía que Armando y yo asimilábamos nuestro castigo, aparecieron Ramón y su novio y la novia de su novio. Ramón abrazaba a su novio desde atrás y caminaban con mucha sincronía para no pisarse en ese momento. Se reían y se comentaban cosas al oído. La chica a veces brincaba a su alrededor y reía más sonoramente que ellos. Cuando dejé de verlos para voltear a ver por dónde iba, choqué con un hombro de Armando. Estaba congelado frente a un gran estandarte de la virgen de Guadalupe. Tras él se venían aglutinando cientos o miles de personas, todas cantando, orando, y pidiendo algo al cielo. Ramón, su novio y la novia de su novio siguieron de largo. Cuando Ramón pasó junto a mí dijo simplemente, “ámonos, güey”, mientras él seguía de largo. Yo lo seguí y jalé a Armando que pronto se dio cuenta de que nos íbamos. Volteé y vi a los policías boquiabiertos y asombrados por la demostración de toda esa gente. Nosotros bajamos el puente, cruzamos sin ningún apuro y bajo ninguna sospecha y nos fuimos a una oficina que Ramón y su novio y a la novia de su novio tenían en la esquina de Segunda y Ochoa. Ramón se sentó y, mientras rolaba un carrujito, nos dijo, “ustedes no saben leer”. Armando se indignó. Yo quise contestar algo. Pero ahí se acabó este sueño.

18 January 2007

El Viejo y el Alumno

"La razón descansa en los brazos de la pasión", repitió en voz baja esa frase justo cuando le vino a la mente. Y le vino a la mente justo cuando el viejo al otro lado del salón abrió la boca. Le pareció estúpida, como siempre. Pero no pudo pensar en otra cosa mientras escuchaba al viejo hablar de la "sublimación del alma" a través de "las manifestaciones del arte".

"¿El alma? ¿Qué es el alma y para qué chingados sirve? ¿Sublimarla?" Él quería decir algo pero sólo pensaba en que "la razón descansa en los brazos de la pasión." Cada que quería juntar, no ideas, sino apenas palabras para mandar al viejo a la chingada, le venía esa frase a la mente. Y al parecer el maestro esperaba a que dijera algo, como si él mismo supiera que lo que el viejo decía fuera un completo disparate. Sin embargo el alumno quería evitarse el bochorno de decir "La razón descansa en los brazos de la pasión" en voz alta porque estaba más que seguro de que era una completa tonetería. La mera idea le daba asco.

"El motivo de todo arte", continuó el viejo, "es el de hacer que el alma trascienda; llevarla más allá de los planos intelectuales y mecánicos. Porque la mente es apenas una máquina y más allá de ella está el alma".

"¿O sea que este pendejo está diciendo que quien usa la razón para escribir no es más que un robot?" pensó el alumno. "Pero... la pasión descansa en los brazos de la razón... Ah, qué la chingada!" El alumno se encogió en su asiento. Buscó algo de sentido en esa frase, aunque le era imposible creer que la estuviera cavilando.

Primero pensó en una voz. Era una mujer. Decía su nombre. Le pedía que le hiciera el amor. "La razón descansa en los brazos de la pasión, querido". Era ridícula e insaciable. Lo llamaba por las noches cuando él ya estaba dormido. "¿Acaso le desperté?" preguntaba. "No, no; te estaba esperando", decía lleno de sarcasmo y enfado, pero ella al parecer lo tomaba como un avance más en ese romance que trabajaba ciegamente todos los días. Y él la aborrecía por todas sus cursilerías y porque desde el principio le dijo, y lo hizo solamente para presentarse como una mujer interesante, de eso él estaba segurísimo, que "la razón descansa en los brazos de la pasión".

Era estúpido. Pero... quizás, pero... Si, era estúpido, pero él había cedido a final de cuentas. Fueron una, dos, quince, muchas veces a lo largo de tres años las que se vieron para tener sexo. A ella le gustaban las rosas y las camas que rechinaban. A él le hacía falta alguien con quien acostarse. "La razón andaba muy solitaria", se dijo. "Estamos hablando de un medio por el cual nuestra alma trasciende, va más allá de los planos terrenos... mundanos... para entregarnos a esa luz cósmica que nos sublima como la única especie capaz de llegar a ese estado. Porque cualquier animal piensa, pero no cualquier animal hace arte..." Fue en el silencio que le siguió a esa declaración cuando el alumno miró al viejo detenidamente, como francotirador que ha fijado ya bien su blanco.

"La razón...", dijo, y el viejo lo miró sorprendido porque hasta ese entonces sólo él había hablado. "La razón no puede someterse a esos dogmas intangibles. ¿Me va a decir usted que uno vive para sublimarse y no para pensar? Hacer eso de la 'trascendecia del alma' es simplemente crear un nicho para clasistas intelectualoides que buscan una supremacía 'divina' originada de esos movimientos románticos que parten de afirmar que todo sentimiento es único y verdadero y que por ende la ciencia y la razón no son capaces de encasillarlos porque se encuentran en un nivel inferior a esta supuesta 'sublimación' a la que usted alude. De lo que usted habla, señor, es de alejarse de toda forma para darle un sentido 'espiritual' al arte cuando, déjeme decirle en caso de que no lo sepa, no hay peor blasfemia que crear santos cuando los que ya tenemos no sirven de nada. El alma podrá ser inmortal, pero eso depende de lo que uno hace aquí por los que estamos aquí y no por hablarle a alguien que definitivamente no está ahí para ninguno de nosotros".

El viejo tomó tranquilamente su sombrero y miró al joven brevemente, como si esa fuera su única respuesta.

"¿Alguien da otra opinión?", preguntó el maestro.

03 January 2007

Salaam

"Can you, then, consider it power at all when a man cannot ensure that someone does not inflict on him what he can inflict on others?" Boethius.

"FAUSTUS—Come on, Mephastophilis, what shall we do?

MEPHASTOPHILIS— Nay, I know not. We shall be curst with bell, book, and candle." Christopher Marlowe, Doctor Faustus

No terminaban aún las fiestas de fin de año, cuando el “autónomo sistema de justicia” iraquí le entregaba a George W. Bush un regalito para cerrar el 2006: la pronta ejecución del ex dictador Saddam Hussein un día antes de que culminara el calendario. Las posturas ante este sacrificio son diversas. Hay quienes lo toman como una venganza de los Bush luego de que Hussein se les saliera del guacal a principios de la década de los 90 e invadiera Kuwait, queriéndoles tumbar el negocio del petróleo. Otros, los más ciegos (por no decir estúpidos), ven en la muerte del iraquí el fin de un peligro, la desaparición de uno de los villanos amenazando la libertad y la felicidad, conceptos poco entendibles y que sólo se materializan en productos de consumo para quienes aseguran esto. Para otro sector, el ahorcamiento de Hussein ni siquiera se debió de dar; a final de cuentas las acusaciones, sospechas y la posterior invasión que dio paso a su captura hace poco más de un año, fueron, además de inexistentes, ilegales. El entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, siempre se negó a aprobar las acciones bélicas incitadas por Estados Unidos, quien se acompañó de un grupo de naciones mercenarias que no buscaban la paz y la seguridad mundial sino sacar jugo del “tesoro” subterráneo iraquí. Cabe recordar que los crímenes que se le imputan a Saddam se dieron siempre bajo el visto bueno de la administración estadounidense del nefasto Ronald Reagan. Resulta irrisorio que más de dos décadas después se busque recordar a las víctimas de sus atrocidades, como nos lo pide el recién estrenado, y muy promovido por EE.UU., Secretario General de las Naciones Unidas, el coreano Ban Ki-moon. Con esto, se da un giro total a la posición que la ONU había tenido respecto al conflicto y se vislumbra un apoyo manifiesto del organismo hacia las hostilidades en el medio oriente.

Saddam Hussein pasa así a la historia como el Fausto que lo quería todo y le vende su alma al diablo para obtenerlo. El sábado 30 de enero, mientras Mefistófeles dormía en su rancho de Texas, el cadalso lo recibió para saldar así la cuenta y demostrarnos que el que le apuesta a los malos siempre acaba mal.

Aqui está "El Cuerpo de Julián"