06 March 2008

Un demonio suelto en el Museo de Arte de Filadelfia

Rebelde y receptivo. Apacible e intenso. Frágil y demoníaco. Precoz y mágico: Ave que en su vuelo borra el tiempo y en ese aletear de trazos nerviosos escribe sobre el lienzo obra y nombre—Juan Soriano.
Es así como la retrospectiva “Demonio Frágil: Juan Soriano en México, 1935 a 1950” se presentará en el Museo de Arte de Filadelfia hasta el próximo 11 de mayo. Con 16 pinturas realizadas entre 1935 y 1950—el periodo inicial de la carrera de este artista mexicano—se da a conocer el trabajo de quien es considerado como un artista seminal en la tradición modernista del arte en México.
“La muestra se enfoca en sus inicios, y esto fue hecho de manera deliberada. Fue el tiempo en que vivió en Guadalajara y Ciudad de México y estuvo en contacto con sus amigos pintores y escritores”, dijo James Sullivan, profesor de historia del arte en la Universidad de la Ciudad Nueva York y quien también curó la muestra.
Entre sus amigos, explica Sullivan, se encontraba la misma Kahlo, con quien su arte guarda similitudes que el público podrá apreciar. “Frida pintaba su realidad, lo que veía frente a ella. Con Juan Soriano pasa lo mismo, esas cosas que pintaba las veía en su cabeza, en su mundo y luego las plasmaba en el lienzo. Se puede ver un trabajo realista pero que al mismo tiempo incursiona en el mundo de los sueños”, dijo.
Esto, comentó, crea un ambiente de lo real fantástico en la pintura de Soriano que rompe con la corriente de arte político que prevalecía entre la mayoría de las figuras más prominentes de su tiempo.
“Era un rebelde que se enfocó en el arte popular y en las escenas cotidianas, cosas que podrían parecen normales”, dijo. “Pero al verlo con detenimiento se nota una complejidad que presenta imágenes que muchos sentirán lejanas con un aire familiar, de que lo han visto en algún lugar”.
La conexión entre Kahlo y Soriano es directa: ambos fueron amigos y solían exponer en los mismo lugares, comentó Sullivan.
Pinturas como “La niña muerta” o “Mi cama tiene cuatro esquinitas” ejemplifican la cotidianidad onírica de la que Sullivan hace mención.
“A pesar de ser imágenes de muertos, comunes en el México del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX, tienen esa inercia que nos cuenta otras historias que se desarrollan de manera más compleja, lo que fascina al público de hoy en día”, dijo.
Para Sullivan la oportunidad de apreciar al artista en Filadelfia es única, ya que se trata de la primer gran exhibición del trabajo de Soriano en el país. “En Europa o Estados Unidos hay colecciones privadas. Pero su obra no está al alcance del público en general y es por eso que esta exhibición es ideal para quienes quieran conocer algo más del arte moderno mexicano”, dijo.
Ese algo más al que Sullivan se refiere, es el origen, la cimentación de la corriente modernista del arte en México que se vivió con gran intensidad a partir del final de la revolución en 1920 y que duró hasta ya entrada la década de 1950.
Además de la misma Frida Kahlo, esta escuela de pintura incluye a su esposo Diego Rivera y los también muralistas David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, que en conjunto son conocidos como “Los Tres Grandes”.
“Si a (Juan) Soriano no se le incluye dentro de este grupo, bien podría caber dentro de Los Grandes de la pintura mexicana”, dijo Sullivan.
Aves, monos, muertes, ángeles y personajes se mezclan en las pinturas de Juan Soriano, el Demonio Frágil, como fuese descrito por críticos y pensadores de su tiempo.
“Él estaba lleno de una energía nerviosa que lo hacía ir de un lado a otro: fue una persona en movimiento”, dijo Sullivan. “Su arte se llena de esas cosas que amaba, que representaron algo en su vida”.