03 May 2007

No la chingues, Lourdes

Apenas escuchaban ruidos y pensaban que alguien ya había dado con ellos. Tras cuatro noches de estarse escondiendo en la sierra él sentía que sus pies quemaban y no andarían un paso más, pero ella insistía en que aún podían perderlos.
"No... No nos van a dejar ir", le dijo.
"¿Quieres que nos entreguemos, entonces?" ella le gruñó.
Se encogió de hombros y siguió sobándose los pies pensando en que era imposible que los Salvárcar les perdieran el rastro, menos con lo que atraparlos significaba para ellos. A los Salvárcar les estaban pagando dinero pesado y tenían fama de siempre cobrar y recibir un extra por su dedicación al oficio de balacear gente. Por eso él pensaba que ya no tenía caso seguir, pero le daba gusto hacerse a la idea de que al menos los Salvárcar se estaban cansando al perseguirlos. Ella no hacía más que mirar a la luna sentada a la orilla de esa depresión que los ocultaba en el llano, inconveniente sólo si se pensaba que él y ella no verían si alguien se acercaba a buscarlos ahí abajo.
"Lourdes, te toca dormir, ¿no?" le preguntó.
"Si, pero no tengo sueño. Duérmete tú", contestó sin dejar de mirar al cielo. "Quiero verla ahora que está en menguante... Apenas da luz".
Él tampoco quería dormir. Además la sobada de pies lo tranquilizaba por momentos solamente. Tan pronto cesaba el masaje reaparecía la sensación de brasas quemando hasta las pantorrillas y así era difícil dormir o siquiera descansar. Sólo se recostó en la tierra y comenzó a pensar en nada.
"¿Crees que se haya encabronado el viejo?", ella le preguntó sin bajar la vista. "¿Qué harías tú si volaran tu carretera de millones de dólares?", contestó. "Al cabrón le metieron harto billete para que les pusiera una carretera para mover toda la coca y no contaba con que íbamos a volarle el pedazo ese con todo y pinche puente".
Ella rió levemente y después volteó a verlo. "¿Cómo se te ocurrió ponerle la bomba al tractor?"
"No sé... sólo pensé que lo iban a dejar pasar sin revisarlo y mira...", le dijo y se sonrió con ella. Se quedaron en silencio viéndose como a punto de confesarse algo bien íntimo. Pero ninguno se animó. Él se recostó frotándose los muslos, pensando en lo que habían sido los últimos cuatro días a lado de Lourdes, la de ojos negros y voz suave; la que se había ofrecido a guiarlo en su fuga a través de la sierra, escape que, al verlo detenidamente, pensó, parecía ir sólo dando vueltas bajo ese cielo estrellado y negro que los había ocultado de los Salvárcar las últimas cuatro jornadas. Pensó en lo que esperaba en casa, en llevar a Lourdes a tomar cerveza y después hablar por horas bajo una noche como esta en la que no huirían pero estarían juntos hablándose de la escabullida, de alguna película, de su dolor en los pies y de lo que ella pensaba cada vez que sólo se le quedaba viendo y parecía que le iba a decir algo pero se lo callaba todo, justo como pasaba en ese momento en el que los dos callaban y miraban al cielo para no verse directamente al cuerpo.

Se distrajeron al creer escuchar el aullido de un coyote, pero los gritos confirmaron que los Salvárcar andaban cerca, casi encima de ellos. Ella lo miró con los ojos reventando de miedo, de pesar. Él se enfrió en sus huesos pero al verla supo que sólo él podía decir lo que se iba a hacer. "Espérame aquí; voy a ver qué tan cerca andan", le dijo. "No, no me dejes aquí..." suplicó ella cuando él ya iba subiendo por las piedras y la arena. Llegó arriba y vio que todo era la oscuridad de la noche. El viento pasó bañándolo de polvo y acercando el sonido de las voces y el aullido de los perros. Se limpió los ojos y vio un fulgor alzándose a la distancia. Volteó a decirle que estaban demasiado cerca, sobre ellos. "Vamos a movernos de aquí que ahí vienen ya", dijo en un suspiro forzado, evitando que un grito los delatara con las luces que ya se acercaban. Y los perros ladrándole a la luna. Y él bajando lo más rápida y lo más cuidadosamente que se podía. "Ahí vienen... Vente, vámonos por acá...", dijo en un susurro apresurado mientras se deslizaba entre piedras y un poco de arena. Llegó abajo y pensó que aún no había descendido lo suficiente porque repitió su orden en una voz casi normal y nadie le respondía. Caminó en círculos torpes, buscando sin saber qué encontrar pero esperando que ella estuviera ahí. Quiso ver a la luna pero se la habían tragado las nubes. No le quemaban ya los pies. Se supo abandonado gracias a las luces de los Salvárcar que abrieron fuego al verlo parado solo al fondo de esa depresión.

02 May 2007

Maestros en la lucha

Ciudad Juárez--Más de mil maestros protestaron ayer la reforma a la ley del ISSTE, bloqueando Avenida Juárez a la altura del acceso del puente internacional que comunica a esta ciudad chihuahuense con El Paso, Texas.
Los docentes gritaban consignas y cargaban pancartas en contra de Elba Esther Gordillo, líder moral del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, y del Felipe Calderón, presidente de México.
"Esta reforma transgrede los derechos laborales que por ley nos corresponden", dijo Juan Varela, maestro y vocal de los manifestantes que ayer se plantaron por más de tres horas frente al acceso al puente internacional.
"Los congresistas aprobaron esto de manera tramposa y altanera, dejando de lado a la clase trabajadora que apenas sobrevive con lo que gana", agregó Varela.
Esta manifestación se unió a las demás movilizaciones que se dieron a nivel nacional en reclamo a los cambios que, entre otras cosas, afectan el sistema de pensiones del magisterio,
Calles y avenidas aledañas a la zona de la protesta se vieron congestionadas ante la imposibilidad de que vehículos accesaran al cruce internacional.
Elementos de las policías federal y municipal observaban las acciones de los manifestantes, sin que se dieran enfretamientos entre ellos y los profesores.
"Nosotros como autoridad solamente vigilamos que no se presenten incidentes y resgurdamos la seguridad de las personas ", dijo Navil Buchaín Glaván, inspector general de la Policía Federal Preventiva en esta localidad.
Aunque el inspector no quiso informar el número de agentes laborando en la protesta, si desestimó que los manifestantes reunidos sumaran más de 700 inconformes.
Pero este cálculo oficial se podía desmentir a simple vista, ya que el aglutinamiento de personas ocupaba por lo menos seis cuadras de la avenida.
Ante la posible inconformidad y críticas que estos movimientos pudieran generar entre padres de familia y sociedad en general, algunos de los manifestantes reunidos aseguraron que la gente los apoya por que su causa es "justa".
"Las padres de familia están de acuerdo con nuestros reclamos," dijo la maestra de pre-escolar Ileana Porras, de 45 años.
Y esto porque, según dijo, "esto (la reforma) roba nuestras garantías laborales y si no lo arreglan seguiremos en la lucha".
Autoridades norteamericanas cerraron el puente internacional Paso del Norte y movilizaron a un gran número de agentes federales y de la policía de El Paso, quienes sólo permanecieron en la cima del puente como expectadores a la distancia de la inconformidad al sur de su frontera.
Justo al medio día los docentes se retiraron en calma, mientras por los altavoces se pedía calma y no hacer caso a las posibles provocaciones para no "manchar" la protesta.