05 December 2006

¿Precisos?

Para los mexicanos la fiesta del fin de semana se debió al “puente” sexenal, lo único que el país le puede agradecer a la carpa política mexicana que mantiene con sus impuestos. La toma de poder de Felipe Calderón se dio ante la rechifla de muchos y los vítores de otros tantos. Ya desde unos días antes se escuchaba en algunos círculos el clásico “si se puede” que fascina entonar a las gargantas mexicanas en los estadios de fútbol. El PRD amenazaba con impedir la toma de protesta del panista, que ya desde unos días antes montaba shows para presentar a sus “mexicanas y mexicanos” del gabinete. Hay quien dice que ese canto, el “si se puede”, es simplemente reconocer la imposibilidad de una victoria, tomar una derrota en la que se pierde todo y principalmente el estilo. El análisis de la tragedia mexicana será seguramente motivo de otro estudio. Lo pertinente ahora es ver la conformación de esa continuidad que tanto defendieron los panistas y quienes apoyaron a Calderón para llegar a la presidencia. Pero ya de arranque se ven muestras de lo que pudiera ser el próximo gobierno mexicano. Causó mucha controversia el nombramiento de Francisco Ramírez Acuña, ex gobernador de Jalisco. Bajo su administración se dio la fuerte represión a grupos altermundistas que protestaban durante la realización en Guadalajara de la cumbre de jefes de estado y de gobierno de América Latina, el Caribe y la Unión Europea en mayo del 2004. Estas acciones provocaron que varias instancias internacionales y del mismo país, como Amnistía Internacional o la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, responsabilizaran a Ramírez Acuña de estos abusos. Se ve entonces que “los pacíficos” vienen con mano dura.

Dentro del discurso que se dio en el acto final que se celebró en el Auditorio Nacional de la capital mexicana, Calderón habló de sus planes para México. Resalta una frase muy engañosa. Y es que el presidente aseguró que convertiría al país en un nación “competitiva” en el mercado global. Habrá quien se muera de gusto por esta simple idea, pero si se analiza bien esto se dará uno cuenta que pocos serán los beneficiados. Esta concepción posmoderna de la aldea global concibe como competitivos a aquellos lugares en los que los sindicatos labores no existen, las regulaciones y derechos de los trabajadores son nulos y los salarios pesan menos que las migajas de un bolillo. Por el bien de México, se le debe dar el beneficio de la duda a Calderón—no queda de otra—. Pero debemos recordar que cuando muchos mencionaron continuidad (más de lo mismo) se incluía en eso la exportación masiva de personas que escapan no en busca del sueño americano sino lejos de la pesadilla mexicana. Quienes vivimos en México sabemos que estamos tomados por el narcotráfico, la corrupción, la violencia, la inestabilidad social, los grandes monopolios, la contaminación, la falta de garantías individuales y demás conflictos que el gobierno que se fue prometió arreglar y, al parecer, sólo se sentó a ver cómo empeoraban. Lo bueno, dirán algunos, es que el terror para las y los mexicanos no llegó a la presidencia. Pero, ¿cuándo se fue de ella?

Chávez, otra vez.

Al igual que en México, los visores internacionales dieron por buena la jornada electoral que se vivió en Venezuela el pasado fin de semana. Pocos fueron los que, en la oposición, alegaron un fraude. El mismo candidato opositor, Manuel Rosales, reconoció su derrota poco después de que el Consejo Nacional Electoral venezolano anunciara que Hugo Chávez se reelegía con el 63 por ciento de los votos a su favor. Así las cosas, mal parados quedan varios gobiernos del hemisferios—entre los que se cuentan México y Estados Unidos—. El primero porque precisamente durante las campañas electorales aztecas, el grupo de apoyo calderonista relacionó la imagen de Chávez con la del candidato opositor, y a la postre perdedor de las elecciones, Andrés Manuel López Obrador, propaganda que además alegaba que esos vínculos no le dejarían nada bueno al país. Chávez salió al quite en su momento, con uno de sus clásicos discursos en cadena nacional. Estados Unidos, por su parte, cuenta a Venezuela, junto con Bolivia, Irán y Cuba, dentro del denominado “eje del mal”, como si invadir países sin justificación verídica fuera lo más bueno del mundo. Chávez aprovecha siempre esto para lanzar ataques de vuelta a Estados Unidos, hecho que se prolongará por los próximos seis años, aunque el presidente Venezolano ya busca reformar la constitución para permitir las reelecciones indefinidas. Hay quienes desde la derecha señalan una postura dictatorial de Chávez, cuestionando en todo momento a un gobierno que tachan de populista y nacionalista, eso mismo que la “competitividad” mundial busca evitar. También se habla del caudillismo latinoamericano, refiriéndose a la horda de militares que, previa aprobación de Estados Unidos, tomaban el poder de los países con agendas “poco amistosas” para Washington. O sea que se quejan de que otros hagan lo que ellos suelen hacer. Pero lejos de todo esto, la jornada electoral venezolana no es sino otro ejemplo de un mal que cabalga ya por varios escenarios: la división social. Hay quienes ante la mención de las “causas populares” se llenan de ronchas y les da por vomitar. Hay otros que al pensar en los que tienen más y quieren más, hacen ignición y perpetúan divisiones que de nada favorecen a estados en plena formación. Y son estas divisiones las que necesitan los tiranos, los demagogos o los extremistas de cualquier estirpe para ganar una elección.

Aqui está "El Cuerpo de Julián"

2 comments:

Garash said...

Basta con ver la política de conciliación y diálogo que propone el nuevo gobierno, al calificar como delincuentes de alta peligrosidad a los "Flavio Sosa" etc...

Anonymous said...

Me alegra que hayas apuntado tan correctamente que la agenda de competitividad es tan solo la disolucion sindical, la merma de las garantias laborales, los cortes en impuestos a transnacionales y en general el rebajar las condiciones laborales a un estatus "Asiatico" de esclavismo voluntario. Saludos.